Cuando los soldados normandos provenientes de Inglaterra invadieron los territorios de Irlanda en el siglo XIII, ninguno de ellos se imaginó que para vencer a los fieros irlandeses tendrían que infundirse valor tomando uisge beatha, una bebida intensamente poderosa que producían en la lejana Villa de Portcaman, al norte de la isla gaélica, y que sería conocida como el origen del whiskey actual, aunque este destilado no tiene denominación de origen.
Siglos más tarde, la tradición de producir esta bebida sería acrecentada en la zona gracias al establecimiento de industrias alimentadas por el agua que el río Bush suministraba. Su corriente sería el pretexto para la construcción de molinos (mills) de malta y granos accionados por su cauce, y llevaría al establecimiento de algunas pequeñas destilerías que perpetuarían la fama de sus habitantes como extraordinarios destiladores. La importancia del río para los locales sería tal que la villa terminaría por adoptar su nombre, siendo conocida desde entonces como Bushmills Village.
Bushmills Village, el lugar de origen del primer whiskey del mundo
Los habitantes de Bushmills siempre se han distinguido por ser resilientes. Coriáceos y fieros en la antigüedad, persistentes en su historia y afables en la actualidad, han sido marcados por la memoria como un pueblo que lucha y sabe reponerse a toda clase de circunstancias adversas, adaptándose a los radicalismos que una tierra tan alejada y difícil de dominar les ha impuesto desde siempre.
El whiskey que destilamos en Bushmills no se ha mantenido como un testigo mudo: su carácter suave y meticuloso proceso, aferrado en la búsqueda de la perfección, son el vívido reflejo del respeto por nuestra historia y contribución al origen del whiskey, el orgullo de nuestra tradición y la pasión por el legado de nuestra gente.
En 1608 obtuvimos la que es considerada hoy como la licencia más antigua del mundo para destilar whiskey, de puño y letra del rey James I. A partir de ese momento, iniciarían para nosotros cuatro siglos de pelear a la contra.
Sobrevivimos a las subsecuentes malas decisiones de la Corona Británica que obligaría a los productores a pagar impuestos por la cantidad de líquido, el número de alambiques y el uso de la materia prima. Durante más de 400 años, asumimos la tarea de definir el buen hacer del whiskey en Irlanda, siendo los únicos en mantener nuestra preferencia por la cebada malteada triplemente destilada en alambique tradicional de cobre, a pesar de lo costoso y lento que era producir el whiskey de esta manera.
El pueblo sería testigo de la construcción de The Old Bushmills Distillery en 1784, lugar de origen del primer whiskey del mundo, misma que se convertiría en el punto medular de desarrollo económico en los siglos subsecuentes, pero también vería cómo la destilería fue consumida por completo a causa de un incendio catastrófico en 1885, del que sólo sobrevivieron las bodegas donde se almacenaba nuestro preciado whiskey.
Nos tomaría apenas un par de años resurgir de las cenizas para ser reconocidos en la Expo Mundial de París en 1889, siendo el único whiskey del mundo en obtener medalla de oro.
Nuestra fama nos llevaría a iniciar por primera vez un viaje en la posición de conquistadores y no de conquistados, y sería así como nuestro barco, el S.S. Bushmills, arribaría a Nueva York en 1890 presentando nuestro whiskey no sólo en Estados Unidos, sino en Asia, parando en puertos como Singapur, Hong Kong, Shanghai y Yokohama, lo que causaría furor para la época, ya que se consideraba una proeza imposible.
Las adversidades sociopolíticas y económicas que predominarían en Irlanda durante el siglo XX conseguirían disminuir nuestra industria, dejándola casi al límite de la extinción. Los únicos con el coraje y carácter suficiente para sobrevivir serían los mismos que habían defendido a la Isla de invasores desde tiempos inmemoriales: Bushmills Distillery fue la única destilería que sobrevivió en Irlanda del Norte.
Durante la prohibición del alcohol en Estados Unidos, mientras nuestra decadente industria hacía mofa, nosotros fuimos los únicos que nos mantuvimos destilando whiskey ininterrumpidamente, y mientras el resto de los productores cerraba sus puertas para siempre, nosotros volvíamos al juego al término de la prohibición, recuperando el mercado estadounidense y afianzando con esto un consumo sostenible que nos permitiría mantener nuestra producción durante el resto del siglo.
Este esfuerzo se vería enmarcado en el año 2008, cuando Irlanda del Norte tomó la decisión de colocar la imagen de la destilería Bushmills en el reverso de todos los billetes en circulación nacional.
La gente de Bushmills Village hoy está más orgullosa de su pueblo y su tradición que nunca. La Villa es considerada, además de la entrada al Giant’s Causeway, una formación milenaria de piedras basálticas hexagonales que forman un puente natural entre Irlanda y Escocia, y que junto con Bushmills Distillery, constituyen desde el siglo XVIII los atractivos más importantes, siendo determinantes para el desarrollo económico de la región gracias a los miles de visitantes que atraen año con año.
Bushmills Village es oficialmente un pueblo en conservación: mantiene 90 edificios protegidos, hoteles de época, restaurantes, bares, mercados, y lo más valioso, mantiene el legado de un pueblo que alberga el origen del whiskey más antiguo del mundo, y que se esfuerza día con día por protegerlo y compartirlo con todos los amantes de la malta.
Slàinte mhath!